WASHINGTON, Estados Unidos.- La frontera entre Estados Unidos y México se acerca al “punto de quiebre” a medida que aumenta el número de migrantes, que se amontonan a la espera de que sus solicitudes sean procesadas.
Diciembre está siendo uno de los meses más activos en la frontera entre Estados Unidos y México. Las autoridades federales informaron que, durante una semana, tuvieron, en promedio, más de 9.600 encuentros con migrantes a lo largo de la frontera sur del país, según un funcionario de Seguridad Nacional.
Estas cifras, entre las más altas jamás registradas, pone a prueba unos recursos ya desbordados en la desbordada frontera con México.
La media de siete días registrada el 28 de noviembre fue de unos 6.800 encuentros.
Las detenciones fronterizas han aumentado gradualmente en los últimos meses. El mes pasado, las autoridades fronterizas detuvieron a unos 192.000 migrantes entre los puertos de entrada, lo que supone un aumento del 2% en comparación con las 188.000 detenciones de migrantes de octubre, según publicó la cadena CNN sobre una entrevista al jefe de la Patrulla Fronteriza, Jason Owens.
En los últimos días, más de 10.000 migrantes han cruzado ilegalmente la frontera entre Estados Unidos y México a diario, cifras que no se veían desde días antes del levantamiento de una restricción de la era covid, conocida como Título 42, que permitía a las autoridades devolver a los migrantes en la frontera.
Lo que supone un reto único en este momento es que múltiples sectores, muchos de ellos remotos, están desbordados, por lo que los procesos habituales para tratar de descomprimir o procesar a los migrantes son más complicados y dan lugar a que grandes cantidades de migrantes esperen a ser puestos bajo custodia.
La falta de capacidad y recursos para abordar el problema está conduciendo al tipo de escenario que las autoridades estadounidenses previeron en su día pero que esperaban que no se materializara, y algunos advierten de que la frontera sur de Estados Unidos está cerca de un “punto de quiebre”.
El empeoramiento de la situación culminó esta semana con una llamada entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, donde presionó a México para que haga más por frenar el flujo de migrantes.
Ambos coincidieron en la necesidad de reforzar la aplicación de la ley, y altos funcionarios estadounidenses viajarán a México en los próximos días.
La llamada se produjo en un momento políticamente delicado para Biden, que ha tenido que hacer frente en repetidas ocasiones a las oleadas de migrantes, alimentadas por el deterioro de las condiciones de vida en países del Caribe y de Sudamérica, además de los que llegan desde África hasta el Hemisferio Occidental.
En su llamada, los dos presidentes coincidieron en que “se necesitan urgentemente medidas adicionales de aplicación de la ley” para reabrir los puertos de la frontera entre Estados Unidos y México, donde la oleada de migrantes ha puesto a prueba los recursos federales y ha provocado el cierre de puertos, dijo a la prensa el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby. Durante el gobierno de Biden, el Departamento de Seguridad Nacional consideró múltiples escenarios y tomó medidas para un aumento previsto de hasta 16.000 o 18.000 llegadas diarias a la frontera sur, antes de la retirada del Título 42, que los funcionarios temían que provocara un aumento.